No te creas que no he pensado eso que dices alguna vez, y seguramente en parte sea cierto. Las chabolas autoconstruidas del barraquismo español no las vemos, claro. No pretendo idealizar el pasado. Pero aún así no creo que eso de respuesta completa a la duda que nos trae @JaviM Yo si que creo que en el siglo XX se ha producido una ruptura radical y muy rápida. Un triunfo del funcionalismo y el pragmatismo estético que no hemos asimilado del todo bien, que ha ido degenerando y que aún perdura
Creo que los ensanches españoles (Madrid, Barcelona) nos muestran bien esta idea. Evidentemente un barrio de absorción de Madrid no es bonito, pero responde a una necesidad de urgencia habitacional. Y la miseria que viene a sustituir no la vemos.
Pero los ensanches son otra cosa: Son barrios burgueses desde su concepción, Y tenemos la suerte de que sean una especie de museo al natural de la evolución de nuestra arquitectura reciente. Porque se inician a finales del XIX en lo que sería la fiesta final antes de las caidas de los imperios tradicionales europeos y las grandes guerras, y en el caso de España se culminan muy recientemente. Se inician en un mundo entregado a las bellas artes y el arte figurativo, al romanticismo, al historicismo, al “art nouveau”. Y se acaban en un mundo que ha cambiado completamente, donde el racionalismo ha triunfado y venido para quedarse, hoy en día transformado en un extraño pastiche donde los artistas en general y arquitectos en particular quieren ser formalistas, pero como con vergüenza, sin que se les note, sin filigranas, siempre justificándose conceptualmente y con terror a tocar cualquier elemento que recuerde al pasado.
De un caserío elegante pero más “castellano” con sus balconadas verticales en todas sus formas, se pasa a finales del XIX y principios de XX a unas arquitecturas decorativamente muy interesantes y llenas de creatividad, estéticamente desacomplejadas y al mismo tiempo ancladas en la tradición. Decorativas pero sin el encorsetamiento neo-clásico. Y se puede ver si haces un recorrido desde las zonas más antiguas del barrio de Salamanca o el ensanche de Barcelona a las más nuevas como ese gusto decorativo se va desvaneciendo. Pasas por un racionalismo elegante sin filigranas, pero con un enfasis en la composición, de formas curvas y volúmenes superpuestos. Luego, por la arquitectura de reminiscencias herrerianas (que yo reconozco que me encanta), con su sobriedad elegante y sus toques historicistas, que va reduciendo los elementos decorativos pero que por sus connotaciones políticas se resiste a renunciar del todo a ellos. De ahí se pasa a un estilo puramente moderno, formas puras, fachadas de ladrillo visto o enfoscados lisos, grandes y livianas terrazas con barandillas metálicas sin decoración. Con muchas obras que son de muchísima calidad, pero donde esa tendencia hacia la des-decoración de la fachada alcanza un punto de no retorno.
La racionalidad se lo come todo y es en ese lento proceso como pasamos de que el estandar sea esto:
A esto otro:
Pasando luego por esto:
Y de ahí finalmente a esto otro, impensable 100 años antes: