Cuando se rehabilitó el Teatro Real el problema principal que se plantea es hacer un teatro moderno, con todas las instalaciones necesarias, dentro de un cacarón histórico muy deteriorado y con unas limitaciones físicas evidentes.
Lo que tenemos ahora cruje estéticamente. Yo no diría que es feo, pero tiene incoherencias importantes si lo miramos con los ojos de la arquitectura historicista del XIX, que a fin de cuentas es el paraguas estilístico bajo el que se construyeron la gran mayoría de los grandes teatros de ópera.
Yo he sido abonado durante quince años, en la delantera de paraíso y tenía bastante suerte porque mis butacas estaban en primera fila y centradas. A partir de ahí hacía atrás, la visión estaba reducida, como pasa en gran parte de los teatros a la italiana, que tienen buena parte de sus butacas con visión reducida.
Yo creo que se tendría que haber hecho un teatro nuevo y dejar el Real como sala de conciertos.
La decoración a mí siempre me ha parecido muy mediocre, con algún acierto y con grandes fallos, como el techo gris, con esas siluetas de balaustres que ya nació vieja. O con la decoración del tímpano, con el escudo solitario.
En general la decoración ha envejecido, tanto la clásica como la moderna.
Hay un montón de teatros de ópera en el mundo, que sin ser maravillas, tienen la coherencia que le falta al Real.
Sin recurrir a los más conocidos voy a poner algunos ejemplos:
Teatro Massimo de Palermo:
Teatro de Budapest:
San Carlos de Lisboa:
Teatro de Zurich
Pueden ser más o menos bonitos, pero en todos se juega con los ordenes de una manera coherente y hay una sensación de que están bien terminados, cosa que no pasa en el Real.