Lo de Valsaín es algo de juzgado de guardia…un pueblo o pedanía sin ningún interés que podría tener un palacio de época de los austrias dónde han nacido varios infantes e infantas, residencia de varios reyes, y tiene unas ruinas que cada día que pasa se deterioran aún más, con granjas, chamizos, animales y chabolos varios dentro…de verdad que no sé como no se les cae la cara de vergüenza a los habitantes de dicho pueblo, a los de la granja que creo que es a donde pertenece, a todos los políticos locales, a los de castilla león o a quien narices corresponda.
También creo que podría recuperarse el diseño original de Ramón Oliva para el campo del moro, lo que supondría crear un gran estanque y demoler algún esificio que ya no se use como el museo de coches. La foto es del perfil de instagram de Patrimonio de la Corona, súper recmendable sobre estos temas.
También para los que pedían que Patrimonio Nacional abriera más espacios del P Real, sé por fuentes fiables que P Nacional anda acondicionando las bajadas cubiertas hasta la llamada Gruta Chica. Estas eran un sistema de rampas que mandó construir Fernando VI para que la corte pudiera salvar el desnivel desde el propio palacio hasta el campo del moro y que la corte pudiera bajar. Estas no se utilizaron mucho ya que a Carlos III no le gustó mucho la idea así que se dejaron de utilizar y se han estado utilizando de escombrera casi hasta nuestros días. Al parecer el interior es digno de un grabado de Piranesi
Una vez estuve en el exterior del museo de carruajes. Ya llevaba años cerrado pero por fuera (y mirando dentro a traves de las cristaleras) me pareció una maravilla.
Ramón Andrade fué su arquitecto, y creo que se adaptó muy bien al lugar. No destaca en el jardín, es muy discreto.
Elegante, amplio, luminoso….
Me imaginé viviendo en una casa así
Eso sí, para museo carruajes, quizás debería haber tenido los techos más altos. Viendo las fotos antiguas, queda un poco claustrofóbico para esos carruajes tan grandes.
Restaurado y acondicionado, sería un restaurante y tienda de Patrimonio Nacional estupendo.
Es que vaya pasada el patio de honor a la francesa que queda con las dos alas terminadas. Ahora está manquito
Yo incluiría terminar el Palacio de Riofrío.
Lo bien o mal que lo haga Patrimonio Nacional es responsabilidad de su dirección, no de los funcionarios.
Y también hay que tener en cuenta que el Rey tampoco decide nada sobre estos temas, sino que depende del gobierno que en cada momento haya.
La apertura de las zonas de acceso prohibido del Campo del Moro me alegra mucho, pero seguirán cerradas al público la explanada de Caballerizas y las rampas monumentales del Campo del Moro.
Desde ésos espacios cerrados se vería una de las vistas más bellas de Madrid.
De hecho en Versalles no había salón del trono, si era necesario se montaba en la galería y el rey recibía, con frecuencia, a sus ministros, recostado en una cama dispuesta en sus apartamentos públicos.
Luego tenía su propio dormitorio, algo más “privado”, el que está en el centro. Luis XV tenía el otro dormitorio, más escondido aún y no dormía en el de Luis XIV, hacía como que se acostaba y luego se cambiaba, pasaba por una puertecita y así otra vez por la mañana.
Lo de las rampas es una pena, ya solo por tener esta vista del campo del moro y la casa de campo desde lo alto de la plataforma del palacio mereceria la pena que lo abrieran
También se debería meter mano en Sabatini, sobre todo con el seto digno de patio de colegio que lo separa del palacio y con los dos cipreses esos que se cargan la perspectiva de la fachada trasera del Palacio
Sobre Versalles, @itineratur con Luis XIV el tema de la cama es más complejo porque el edificio fue creciendo durante su reinado y la etiqueta allí era bastante compleja.
En origen era un pabellón de caza de ladrillo construido por su padre Luis XIII. Luis XIV en su juventud decide ampliarlo en varias campañas con nuevos edificios auxiliares. Pero era un Pabellón se caza, no una residencia oficial (que era el Louvre, aunque él estaba casi siempre en otro palacio a las afueras, Saint Germain en Laye).
En 1670, deseoso de pasar más tiempo en Versalles y huir de París (de niño tuvo que huir de París con su madre durante la revuelta de La Fronda, y le tuvo aversión a la capital desde entonces) encarga a Louis Le Vau una nueva ampliación. El arquitecto envuelve el pabellón de caza por el lado del jardín con nuevos salones, recubriendo la nueva fachada con piedra.
En el lado derecho del palacio (norte, a la izquierda en la foto) crea una enfilada de salones oficiales, los apartamentos del Rey, que acaban en el dormitorio (la última habitación antes de la esquina de abajo a la izquierda).
En el lado sur (a la derecha en la foto) la enfilada simétrica de los apartamentos de la Reina.
Pocos años después Joules Hardouin Mansart cierra la terraza del jardín y crea la Galería de los Espejos. Durante ésta última obra, el rey y la corte se trasladan oficial y definitivamente a Versalles (1682).
Inicialmente el dormitorio estaba en el último salón de la enfilada (salón de Apolo), pero enseguida se pasó la cama al salón precedente (salón de Mercurio)
y en el salón de Apolo se puso el trono sobre una tarima y bajo un dosel.
Durante todo el antiguo régimen hasta la revolución hubo un salón del trono en Versalles, donde el rey se sentaba solo para recibir a gente importante, y rara vez.
Y poquísimas veces en su reinado, cuando venía algún invitado al que impresionar especialmente, llevaban el trono al extremo sur de la Galería de los Espejos, y hacían al invitado recorrer toda la enfilada de salones, hasta el salón de la Guerra, y luego recorrer todla galería de punta a punta, hasta llegar a los escalones del estrado donde esperaba el rey de pie frente al trono, o sentado.
Todo muy teatral, destinado a apabullar de opulencia y majestad. Con la corte a los lados en pie sobre unas gradas dispuestas a lo largo de todo el recorrido, contemplando el paso del cortejo del invitado.
El trono inicial de Luis XIV en Versalles era de 2’6 metros de alto, de plata. Al igual que casi todo el mobiliario de los apartamentos del rey.
Bueno, de madera chapada de plata, como los tronos que procesionan en Semana Santa en España.
Lo mandó fundir todo para pagar la guerra de la liga de Augsburgo (unas veinte toneladas de plata) y se hicieron nuevos muebles de madera dorada, y un nuevo trono de madera.
Los tronos de madera (hubo tres tras el de plata) fueron todos destruidos en la revolución. El trono “actual” es un sillón cualquiera puesto ahí para representar el trono.
Pero el salón de más importancia ceremonial era el dormitorio. Allí dormía Luis XIV (no tenía dormitorio privado).
La cermonia más importante de palacio era el “Lever du Roi” (el despertar del rey).
El rey era despertado suavemente por un sirviente (Sire, c’est l’heure) que luego descorría las cortinas de la cama y las de las ventanas.Y empezaba la primera parte de la ceremonia, el “petit lever”.
Entraban la familia real y los príncipes de sangre, junto a varios sirvientes, el chambelán, mayordomos etc. Medio dormido y aún en la cama era examinado por su médico y su cirujano, oía una misa de 15 minutos acostado, se santiguaba (un príncipe le alcanzaba el agua bendita para ello), se ponía el camisón y se sentaba en un sillón. Todo delante de al menos 20 personas.
Empezaba entonces el “grand lever”. Entraban más funcionarios y más médicos. El rey orinaba y defecaba delante de todos sentado en su “chaise d”affaires”, mientras le afeitaban y peinaban. Entraban los nobles y el rey era desnudado completamente, se le lavaba (se le frotaba con telas mojadas en perfume o alcohol) y se le ponía otro camisón limpio, la peluca de la mañana (se cambiaba cada día dos veces más de peluca). Entraban los ministros y se le vestía encima del camisón con la ropa que llevaría ese día.
Por la noche era igual pero al revés. Y simplificado.
Si pasaba la noche en la cama de alguna amante, tenía que levantarse pronto, irse a su dormitorio, acostarse allí, y entonces “levantarse” oficialmente allí con toda la ceremonia.
Así era la etiqueta que él impuso. Cada acto banal del rey era un ritual imperturbable.
Una ocasión para adorarlo. Y los nobles y príncipes competían entre ellos para poder alcanzar el gran honor de poder ayudar al rey a meterse la manga derecha del camisón, o para ponerle un zapato (zapatos con tacó rojo, que eran el distintivo exclusivo del rey y sus hijos)z
Tanta ceremonia era una forma eficaz de tener domesticados a los ricos y poderosos en Versalles, luchando entre ellos ganarse el favor del rey. En la lisa matutina, la capilla real estaba a reventar y todos debían mirar al rey, aunque para ello dieran la espalda al altar mayor y al sacerdote.
La cama del rey era tan importante que desde la edad media, a las reuniones del parlamento se les llamaba “Lit de Justice” (cama de justicia), porque el rey asistía a ellas recostado entre cojines. Siglos después el rey asistía ya sentado pero se mantuvo el nombre.
Sólo casi al final de su reinado, ya anciano, en 1710, mudó Luis XIV su habitación oficial al centro de la fachada del patio de mármol, en el centro del palacio. Y allí siguió haciéndose la ceremonia.
Pero la cama del Salón de Mercurio siguió allí, no fue retirada. Había dos camas oficiales a la vez.
¿Por qué?
Porque la cama del Salón de Mercurio estaba en la enfilada oficial de salones, de acceso público y todo el que llegase a palacio (campesino, noble, extranjero), a condición de ir limpio y no llevar armas podría entrar y pasear libremente por esos salones y la contemplaría.
Y al pasar frente al trono o a esa cama debían inclinarse todos, nobles, campesinos y los
sirvientes del palacio. El trono y sobre todo la cama, eran el equivalente visible y público 24h al día de la presencia del rey. Aunque no durmiera ya nadie en ella.
El dormitorio del centro del palacio, aunque parcialmente público en las ceremonias (aunque solo para algunos nobles, ministros y la família real), no era accesible todo el tiempo al resto de los visitantes de Versalles.
Su nieto y su tataranieto (Luis XV y Luis XVI) sí que se hicieron sus dormitorios privados y sólo iban al de Luis XIV por la mañana para la ceremonia del despertar. Y muchas veces ni iban. La etiqueta se abandonó poco a poco. Los últimos años, Luis XVI y Maria Antonieta cancelaron la ceremonia tradicional.
Volviendo al tema de nuestro Palacio Real, Carlos III no tenía tampoco dormitorio privado. Dormía en la cama oficial, la de los tapices de lana, la que está desmontada ahora y guardada.
Trasladando en el plano la escalera a su ubicación en época de Carlos III, al oeste, así era el recorrido del apartamento del rey, con cada salón sucesivo teniendo más importancia que el siguiente, y concluyendo con el más importante de todos, el dormitorio del rey. Lugar de las reuniones más importantes.
Carlos III era despertado por su sirviente personal, sin familiares. Se ponía él su camisón, hacía sus necesidades en su retrete, en una pequeña sala privada, sin público, se lavaba él con ayuda de su sirviente, y eso sí, se acababa de vestir, con ayuda de varios sirvientes y delante de algunos contados familiares y nobles en la habitación contigua, en el que es quizás el más hermoso salón de todo el Palacio. El “salón donde el Rey se viste” también conocido hoy como “Salón de Gasparini”.
Reinstalar el dormitorio de Carlos III, no es pues algo banal. No hablamos de destruir una decoración para invertarnos otra: Tenemos todo el dormitorio (chimenea, tapices, cuadros, la cama, las sillas, cómodas, sillones y canapés, las mesas, las cortinas…).
Se trata de dar coherencia y significado a la sucesión de salones oficiales, a la existencia misma de un “apartamento del rey”.
El salón de Carlos III con su decoración actual no tiene que ver con el objetivo del palacio.
Sus sedas, espejos, chimenea y muebles, instalados por Fernando VII, pueden ser trasladados a otra parte del palacio, ya que hay cientos de habitaciones “en blanco”, vacías, muchas en la misma planta y a pocos metros de donde está ahora. Podría instalarse todo tal cual allí y visitarla allí los turistas o si se hace alguna ceremonia de la Orden de Carlos III. Y recuperar el dormitorio de Carlos III.
Discupad el tamaño del post.
Hasta donde se conoce la famosa plata de Luis XIV era maciza, pero bien maciza, el trono no sé si sería macizo pero sospecho que podría serlo, si lo eran las mesas y las lámparas…
Y se hicieron nuevos muebles de madera dorada, y un nuevo trono de madera.
Creo recordar que no fue inmediato que pasaron unos años hasta que vino la era del dorado, cuando los orfebres dejaron de hacer muebles para el rey y fueron sustituidos por los ebanistas, ahí empieza el gran mobiliario francés.
Gracias por las aclaraciones sobre el salón del trono, yo es que siempre pienso en ese salón como un salón con trono, no como un salón del trono, no sé si me explico, pero seguramente estoy condicionado por el vulgar sillón, como bien dices.
Por cierto, un añadido sobre el mobiliario de plata de Luis XIV, los franceses dicen que es una moda que vino de España, pero esta relación es algo que no parece que se haya investigado mucho. Y luego hay otras teorías.
Parece ser que los franceses tienen cierta tendencia a que cuando hay alguna influencia artística extraña cuyo origen no lo controlan muy bien nos la encasquetan como creadores.
En twitter hay un hilo sobre el tema muy interesante, es de un tal @itineratur
Qué hilo tan interesante.
Y algunas fotos sorprenden, como esta que nos trae Bernini. Por cierto, que vayan abriendo accesos a Moro, es ya una buena noticia. Ya se irán reclamando más cosas.
Bueno, el trono era de madera cubierta de plata. Plata repujada.
De plata maciza eran las jarras, lámparas, platos, jarrones, los espejos de las paredes, la balaustrada que separaba cerraba el paso a la cama en la habitación del rey del salón de Mercurio, algunas mesas y las girandolas donde se ponían los candelabros.
Los muebles que cargaban peso sobre patas delgadas (el trono, las mesas, la silla donde comía el rey…) necesariamente tenían un “alma” por dentro que resistiera el peso sin doblarse.
La plata, es un metal “blando” y el trono pesaba varios cientos de kilos. No era cuestión de que se doblasen las patas en plena ceremonia y Luis XIV acabase en el suelo con algún hueso roto.
Una restitución virtual
Aún así toneladas de plata, que fueron todas convertidas en moneda para sostener la guerra.
En total unas 200 piezas cada una con su estuche-caja forrada en piel, para almacenarse o para poder ser transportadas (como el tesoro del Delfín de Felipe V).
En otras cortes europeas también hubo mobiliario de plata, y lo conservan, aunque sea en parte.
En Inglaterra
En Suecia
En España, en el Alcazar, también hubo mobiliario de plata. Espejos, lámparas, mesas, bandejas, platos… entre otras cosas porque España tenía las principales minas de plata del mundo (Potosí…).
PERO, Felipe V fundió parte para financiar la guerra de sucesión, y el resto se fundió o desapareció en el tristísimo incendio de 1734 del Alcazar donde ardieron cientos de obras de arte insustituibles. Sic transit gloria mundi.
Sí, cierto, gracias por comentarlo, no lo había pensado.