El Salón de Reinos no dejaba de ser, originalmente, una especie de galería interior, entre patios, siendo la parte importante del Palacio la situada al Sur. Y, más en concreto, la que conectaba el Salón con el actual Casón, prolongándose hacia Jerónimos. Que alguien me corrija si me equivoco.
El caso es que lo que nos quedó es un edificio estrecho, no demasiado airoso, al que a lo largo de dos siglos se le han ido añadiendo anexos y ornamentación para darle volumen, capacidad y prestancia como edificio exento en una de las zonas nobles de la capital.
Lo que se está haciendo ahora es, a mi modo de ver, más de lo mismo. Por más que sea por cuenta de un Foster que, muy probablemente, ya no está en su mejor momento.
Y que, además, juega con restituir cierta originalidad a lo que queda del 1600, liberándolo, un poco contradictoriamente, de ornamentos y añadidos.
El resultado, al menos en proyecto, parece paradójico: de desnuda la fachada, dejando el ladrillo a la vista (¿está ese ladrillo en condiciones de ser visto? ¿Corremos el riesgo de crear algo “raro” como en el Conde-Duque?) en parte de la fachada, y con el añadido de los corredores, mientras se añade un enorme pórtico (casi tan grande como el propio edifocio al que da acceso) para sostener una sala en lo que ahora es la cubierta.
El resultado es, al menos para mí, algo desconcertante, tanto por el resultado del propio edificio como por la extraña “competencia” que establece con el Casón y la Academia.
En todo caso, creo que si se recupera ese Salón de los tropecientos reinos de España, con las pinturas en su ubicación original, habremos ganado un espacio increíble, tanto por lo artístico como por su contenido simbólico, mostrando el apogeo de la Monarquía Hispánica y de las artes bajo su patrocinio, con algunos Velázquez mayores, Carducci y demás. Claro que, de la misma manera, se presta a una lectura mas melancólica.
Así que habrá que esperar a ver el resultado. Esperemos que sea bueno y que, en unos años, no venga nadie diciendo que si fue un pastiche. Como decía al comienzo, lo escuálido del edificio y su carácter de galería interior, entre patios, hacen de la obra un reto.
Queda por ver la conexión con Prado y Casón; no recuerdo bien el proyecto de urbanización, pero creo que creaba un buen espacio cívico frente al pórtico. Pena que Casón y Salón no puedan unirse fìsicamente, remedando su carácter original conjunto.