España destruida en la Guerra del Francés

La actualidad española está bastante obsesionada con la Guerra Civil y revivir una confrontación fratricida con el objetivo de sacar algún rédito político.

Pasa inadvertida una invasión que tuvo una trascendencia cultural, económica y geopolítica global, me gustaría que en este hilo debatamos, discutamos y nos documentemos sobre ello.

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Pintura

Igual que había hecho en Italia, Napoleón comenzó un expolio sin parangón en tierras españolas.

Miles de obras: tanto José Bonaparte como sus generales vaciaron conventos y palacios con la excusa de estar realizando una misión cultural. Muchas se perdieron para siempre.

Uno de los máximos responsables de este saqueo fue el francés Frédéric Quilliet, cesado por José en 1810 acusado de apropiación indebida.

Quilliet obligaba a sus hombres a borrar las señas de identificación de los cuadros para poder comerciar luego con ellos.

El propio rey José I, utilizó los bienes culturales a órdenes religiosas como regalos particulares.

Soult fue recompensado con seis cuadros, cinco de ellos procedentes de El Escorial. El general D’Armagnac, gobernador militar de Burgos y Cuenca, con cuatro.

Quien más recibió, eso sí, Napoleón:
A través de un Real Decreto de 1809, ordenó que se formara una colección de obras de “pintores célebres de la escuela española, que ofreceremos a nuestro augusto hermano el Emperador de los franceses…". 200 cuadros. Solo 12 se devolvieron.

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Las Venus del Espejo, de arriba, único desnudo femenino de Velázquez, fue vendido por Quillet de manera fraudulenta a un coleccionista británico.

Se vaciaron conventos, palacios y monasterios (algunos incluso se derribaron). Se llevaron obras maestras, de Murillo o de Velázquez. El caos provocado convirtió España en un foco asequible de venta de cuadros al extranjero.

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Población

Los ejércitos napoleónicos estaban acostumbrados a ser más o menos bien recibidos por la población, en Alemania, en Italia… España (con Rusia), fue la excepción. Y a qué precio.
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En los seis años que duró la contienda, España perdió como mínimo 250.000 habitantes. De una población de 11 millones. Fue una guerra bastante más devastadora en comparación que la Guerra Civil.

Sumando las epidemias y el hambre que provocó la guerra, llegamos a un millón de muertes. Casi uno de cada diez españoles murió.

Los zaragozanos resisten durante dos meses un asedio de 50 000 hombres. La mitad de la población muere en el empeño.

En el proceso de la guerra, especialmente británicos, pero también franceses, se encargaron de destruir el joven tejido industrial español: las fábricas reales (como la de Porcelana de Madrid), las manufacturas textiles de Béjar…

Esa destrucción fue motivada por intereses extranjeros: la fábrica de porcelanas de Madrid, por ejemplo, suponía una seria competencia a la de Sèvres en Francia. Lo mismo con Béjar, que bombardeó Wellington, que también era una competidora de los textiles británicos.

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Palacio Real de Valencia

Se demolieron edificios centenarios que podían convertirse en baluartes defensivos de la población, como el Palacio Real de Valencia, destruido el 12 de marzo de 1810. El edificio databa del siglo XI.

Un complejo arquitectónico sumamente valioso, suma de partes musulmanas, de la corona de Aragón, de los Austrias y de los Borbones.

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Detalle del mapa de la ciudad de Antonio Mancelli de 1609.

Maqueta inexacta del aspecto del palacio, anterior a las excavaciones arqueológicas.

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El Monasterio de Santa Engracia

Este complejo zaragozano también fue arrasado. Destacaba por el esplendor artístico de estilo Reyes Católicos y renacentista.

Se cree que fue fundado en 392. Toda una reliquia.



Quedó así:

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Castillo de Villagarcía de Campos

En Valladolid. Las partes más antiguas databan de 1336. Fue una obra de gran envergadura, con altos torreones y puente levadizo. Aquí se educó Don Juan de Austria. Asolado por los franceses en 1810.


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Casa Real de Aceca

Palacio construido en el siglo XVI, en la Sagra toledana, a orillas del Tajo.

El edificio destruido era obra de Felipe II, aunque se edificaba sobre un castillo anterior. Visitado por los monarcas Habsburgo con asiduidad.

Saqueado y destruido en 1808 por los franceses, casi completamente desaparecido.

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Albergó una de las obras maestras del Prado, el tríptico de Memling. Tenía un sobrio patio porticado.
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Palacio de los Marqueses de Berlanga
En Soria.

Un rico complejo renacentista de orígenes medievales que acogía uno de los mejores jardines de Castilla.

Durante la Guerra de Independencia se provocó su incendio, tras el cual quedó en estado de ruina, en el cual sigue.


Reconstrucción de PAR Arqueología Virtual

La ruina actual.


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Magnífico hilo @GuiriT.

Otro ejemplo famoso es el Castillo de Burgos y su iglesia.

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Muy interesante, con gran desconocimiento del publico en general, son temas que apenas se tratan, parece que solo interesa hablar de politica y fútbol

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La Guerra de la Independencia creo que es lo peor que le ha pasado a España, incluyendo todas las derivadas que asolaron el país durante nuestro nefasto siglo XIX.

Ahora, la pérdida de patrimonio no solo se debió a los franceses, también Fernando VII contribuyó.

Equipaje del rey José y colección del duque de Wellington.

Xavier Bray

Muchas de las mejores pinturas que se exhiben en la Apsley House de Hyde Park Corner, la que fuera residencia londinense de Arthur Wellesley, más conocido como duque de Wel­lington, pertenecieron en su día a la colección real española. La triunfal campaña militar de Wellington contra las fuerzas napoleónicas durante la Guerra de la Independencia le valió el título de ­«Libertador de España», y en dos ocasiones fue recompensado con regalos de cuadros. La primera vez fue el 15 de agosto de 1812, tras la victoria de ­Wellington en la batalla de Salamanca y su entrada triunfal en Madrid, cuando la regencia española agradeció sus servicios con doce pinturas del palacio real de La Granja de San Ildefonso, próximo a Segovia. Pero los cuadros más importantes saldrían de lo que vino a ser conocido como «el equipaje del rey José», por una notable sucesión de acontecimientos que componen una ­curiosa historia de codicia castigada y caballerosidad premiada. En el ­verano de 1813, José Bonaparte, instalado en el trono de España en 1808 por su hermano Napoleón, huía ante el rápido avance del ejército de Wellington por el norte de la Península. El 21 de junio las fuerzas francesas sufrieron una derrota aplastante en la batalla de Vitoria. Después de la batalla, los soldados de Wellington encontraron el ­coche de José entre el abundante material y bagaje capturado. El propio José había ­logrado escapar protegido por la caballería francesa, pero en su coche se ­encontraron no solo documentos de estado, algunas cartas de amor y un orinal de plata, sino también más de doscientas pinturas sobre lienzo, desclavadas de sus bastidores y enrolladas, junto con dibujos y grabados. Todo ello lo envió ­Wellington a Inglaterra para ponerlo a salvo bajo la custodia de su hermano lord Maryborough. Los cuadros fueron al punto examinados por ­William Seguier, conservador de la pinacoteca real y más tarde de la National Gallery, quien diligentemente catalogó los principales en una lista de ciento sesenta y cinco. Pronto se dio cuenta, con sorpresa, de que José ­Bonaparte había sustraído muchas de aquellas pinturas de la colección real española y pretendía llevárse­las a Francia. Informado el duque de ­Wellington, ­ordenó devolver las pinturas sin dilación al recién repuesto rey de España Fernando VII. El 16 de marzo de 1814 pidió por carta a su hermano sir Henry Wellesley, entonces representante británico en España, que comunicase a Fernando VII el paradero de las obras y su deseo de devolverlas a España. Pero no recibió respuesta, y en septiembre de 1816 volvió a suscitar la cuestión en una carta al conde de Fernán Núñez, representante español en Inglaterra. A ésta respondió Fernán Núñez: «Adjunto os transmito la respuesta oficial que he recibido de la Corte, y de la cual deduzco que Su Majestad, conmovido por vuestra delicadeza, no desea privaros de lo que ha llegado a vuestra posesión por cauces tan justos como honorables». Resultado de ese generoso gesto es que una selección de magníficos cuadros que pertenecieron a la colección real española puedan verse aún hoy en el Wellington Museum de la Apsley House londinense. Son en total ochenta y tres pinturas del equipaje del rey José, de las cuales se puede rastrear el origen de cincuenta y siete gracias a los inventarios rea­les. Entre ellas se encuentran la Última Cena, de Juan de Flandes, que perteneció a Isabel la Cató­lica; una Sagrada Familia, de Giulio Romano, antaño atribuida a Rafael; Orfeo ­hechizando a los animales, de Padovanino, y Oración en el huerto, de Correggio. Otras obras maestras son la minuciosa ­Judith y Holofernes, de Elsheimer, y el imponente Aguador de Sevilla, de Velázquez.

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Menudo cenutrio Fernando VII, qué terrible.

Además muchos de los edificios no quedaron completamente arrasados por completo, sino muy afectados, y fueron destruidos con posterioridad o con el paso del tiempo.

Aunque es cierto que no podemos exigir nuestra sensibilidad patrimonial a gentes de principios del XIX recién salidos de una brutal guerra, todo sea dicho.

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Castillo del Patriarca

Edificio medieval de Tarragona. Un monasterio-fortaleza construido en el XII para defenderse de los posibles ataques musulmanes desde el mar.

Fue en una de estas torres donde permaneció durante unos días el rey de Francia Francisco I, cuando fue hecho prisionero por los tercios castellanos en la célebre batalla de Pavía el 24 de febrero de 1525.

Fue completamente destruido cuando los franceses lo hicieron volar por los aires con dinamita en 1813, cuando evacuaban la ciudad.

Cuentan los historiadores que el general Bartoletti puso tanto interés en hacerlo desaparecer que, en palabras del canónigo Huyà, las detonaciones de las minas hicieron tanto *estruendo «que hasta el pavimento en que nos hallábamos hizo conmover; vimos las llamaradas de fuego y comprendimos que aquel robusto monumento había dejado de existir».

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La información la he sacado del siguiente blog.

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Salamanca

“Roma la chica” perdió entre una cuarta parte (Luis Cortés) hasta dos terceras partes (Pedro Antonio de Alarcón) de su patrimonio monumental.

Al llegar los franceses empezaron grandes obras de fortificación arrasando buena parte del caserío de la ciudad y de sus monumentos. Desaparecerán el Hospicio, el colegio de los Ángeles, de San Patricio, el militar de San Juan, el de San Pelayo, el del Rey, Trilingüe, los Colegios Mayores de Cuenca y de Oviedo y los restos del Alcázar.

Mesonero de Romanones en “Memorias de un setentón” (1878) narra un río Tormes “lleno de ruinas” y la desaparición de numerosas torres que recordaba su padre, salmantino, en la silueta de la ciudad.


Colegio del Rey, uno de los edificios destruidos.

Ruinas de San Agustín 1849 (Pérez Villaamil)
Ruinas del convento de San Agustín.


Ruinas de San Agustín- Charles Clifford 1853

La información de Salamanca la he sacado de este blog.

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Magnífico tema, @GuiriT. Intentaré contribuir por mi parte igualmente.

Misma fue la suerte del fantástico Retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa, obra maestra del pintor flamenco Jan van Eyck. Desaparece del Palacio Real de Madrid en 1813 misteriosamente. En 1842 lo adquiere la National Gallery. Los británicos, como comentaba @gromiko, consideraban que la Corona estaba en deuda con ellos. No tenían nada que devolver a su legítimo dueño. El mismo que años atrás tampoco se mostró muy interesado en ese sentido. Estaban, simplemente, comprando. Hay que valorar esta situación con perspectiva histórica. No puedes pretender que la conciencia patrimonial actual fuese la de antaño. Hoy es la mejor pieza de la pinacoteca londinense. Expuesta en el Museo Nacional del Prado sería una delicia. Ojalá se materialice, en ese sentido, una futura exposición temporal. Exhibirla en su antigua “casa”. Lo veo, no así, muy difícil.

Hay casos de éxito. Piezas restituidas a España siglos después. La Inmaculada de los Venerables de Murillo, la que aún muchos conocen como de Soult, volvió a España en 1941. Obra maestra del Museo Nacional de Prado donde las haya. Aunque no formase parte de las colecciones reales. Una delicia.

Voy a indagar un poco en la arquitectura destruída en la Guerra de la Independencia en el ámbito del Levante. Si encuentro algo interesante, lo comparto por aquí con gusto.

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También el Tríptico de Miraflores (una joya de Rogier van der Weyden) fue expoliado. Estaba en la Cartuja de Miraflores de Burgos y ahora está en Berlín. En la Cartuja también profanaron los sepulcros de los padres de Isabel de Castilla, Juan II e Isabel de Portugal, y de su hermano, el infante Alfonso…

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Según un libro que tengo, Patrimonio en conflicto, la mayor parte de las obras de arte expoliadas son de Murillo, Zurbarán y Alonso Cano

Los cuadros de Murillo acabaron en San Petersburgo, EEUU (Williamstown, Cincinnati, San Luis, Washington, Nueva York, Detroit, Raleigh…), el Reino Unido (Londres, Edimburgo y Liverpool), París, Budapest, Ottawa, Génova, Dresde y Berlín (algunas pinturas se perdieron en la Segunda Guerra Mundial). Con los cuadros de Zurbarán y Alonso Cano pasó otro tanto. Un desastre

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Todavía más desconocido es el saqueo y la destrucción en el campo de las artes suntuarias.
Cualquier objeto que presumiera una fina pátina de plata u oro era salvajemente depredado. Esto no ocurría solamente con las piezas de orfebrería, también con los tapices, o con los ricos textiles litúrgicos, quemados para obtener los preciados metales que componían algunos de sus hilos.

¿Qué decir de las Bibliotecas y archivos eclesiásticos, civiles y nobiliarios? Muchos destruidos por completo. ¿Quién podría imaginar lo que el valioso contenido de esos frágiles soportes, podía haber aportado a nuestro patrimonio: humanístico, histórico, literario, musical, gráfico…?

La descapitalización, cultural artística y económica que produjo la pérdida de este patrimonio es inconcebible e incalculable.

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En la madraza de Granada hace unos años hicieron una exposición sobre el destrozo de los franceses en la ciudad.

Sorprende lo que hicieron en tan pocos años. No solo intentaron dinamitar la Alhambra. Se cargaron capillas, cuadros, bibliotecas, retablos…

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Castell de Ferro.

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