Por supuesto que un edificio puede tener un uso que además permita que aquellas partes relevantes, puedan ser visitadas.
¿Por qué no darle un uso que permita admirar el edificio al mismo que utilizar el espacio en vez de tenerlo “metido en una vitrina”? El Palacio de Longoria podría perfectamente ser sede de la Fundación SGAE (antiguamente Fundación Autor, que promueve el repertorio de los socios, la investigación y las cuestiones asistenciales a los socios), y por ejemplo, instalar una preciosa café (con acceso al jardín) y espacio de usos múltiples abierto al público en la planta de acceso, y seguir aprovechando el resto del edificio para las tareas.
Eso es algo que no he entendido en España. Tenemos muchísimos edificios históricos de gran valor que prácticamente no tienen uso. Son grandes, históricos, y sólo son museos en los que se utiliza una pequeña parte de ellos para mostrar a los visitantes y el resto no se utiliza. En Viena, por ejemplo, el estado alquila apartamentos dentro de Hofburg, Museums Quartier e incluso en los edificios anexos a Schonbrunn (donde, por ejemplo el teatro del palacio está asignado al Institut für Gesang und Musiktheater de la Universität für Musik und darstellende Kunst Wien). Los palacios del primer distrito son pisos y oficinas. Pero no, nosotros queremos los edificios singulares conservados en naftalina (con el consiguiente mayor coste), sin uso, para que sean admirados NADA MÁS. La admiración del edificio no tiene por qué estar reñida con su uso y explotación.