De todos modos, si de lo que se trata es de entender la delincuencia y las amenaza a nuestra seguridad, si miráis a las calles estáis mirando al lugar equivocado:
Medida en tasa por 1.00 habitantes (como hay que medirla), la delincuencia convencional está un 14% por debajo de la que había en 2010 (hasta donde llega la estadística publicada en la web del ministerio). Es decir, las calles son más seguras, no menos, que hace 15 años. Mientras tanto, las estafas informáticas se han multiplicado por 20 desde ese mismo año. En 2010 eran el 0.9% de los delitos y en 2024 representarán más del 20%. Es decir, de cada cinco infracciones penales cometidas en España, una será una estafa informática, que se dice pronto. Ahí está la amenaza, lo que sucede es que posiblemente esa realidad encaje peor con ciertos relatos sobre la inmigración.
Obviar de este discurso o de estos datos la condición socioeconómica es sesgar la información.
El hecho es que con más población extranjera que nunca la delincuencia ha ido a menos.
Decir que en los 80 o los 90 España era más segura es edulcorar un pasado inexistente. Los datos están ahí, no querer creérselos porque no te gusta lo que dicen es una decisión personal.
La combinación de una menor ocupación y del mantenimiento de los ocupados en puestos de bajos salarios se traduce en un volumen muy importante de población inmigrante situada en “riesgo de pobreza” o incluso en “privación material”. El 53% de los extranjeros residentes en España y procedentes de países no-UE se encontraban en riesgo de pobreza en el año 2022, frente al 16% de los españoles, según la más reciente Encuesta de Condiciones de Vida (INE). Los porcentajes de extranjeros no-UE en situación de “privación material” eran mucho mayores que los referidos a los españoles, con casi dos tercios de estos inmigrantes en situación de no poder afrontar un gasto imprevisto.
Tienes ya los datos relativos a “marginalidad e inmigración” en ese enlace y miles de estudios acerca de delincuencia y marginalidad.
Evidentemente hay muchos matices y un debate muy interesante acerca de un sistema penal al servicio de ciertas injusticias sociales de base. No es cierto que los crímenes más graves los cometa gente de los márgenes, pero es posible que la segmentación de la población carcelaria responda a una estructura política y socioeconómica injusta en muchas cosas.
Creo que es mucho mas influyente es la cultura, el poco respeto a la ley (aquí agravada por penas menores y mejores condiciones para el criminal) y a la vida que tienen muchos inmigrantes en sus países de origen. Especialmente en crímenes relacionados con violencia de género y libertad sexual de las personas.
No existe ningún país del mundo que no persiga los crímenes sexuales. Aquí hay ejemplos de lo que les ocurre a los criminales contra la libertad sexual, en países relevantes para la inmigración en Madrid:
O sea que nada de que los inmigrantes tengan “culturalmente aceptado en sus países” que se puede atentar contra la libertad sexual. No creo que nadie quiera pasar años en una cárcel nigeriana.