Pero, ay, el otro día hablaba con un viceconsejero de vivienda de una comunidad autónoma, y me contaba que los concursos los carga el diablo, porque los arquitectos perdedores, estando generalmente sin obra, recurrían la adjudicación, iniciándose bucles casi infinitos que, en su caso, dilataban la construcción de las casas, muchas veces destinadas a resolver soluciones urgentes.
No sé si en Madrid sucede lo mismo. O si hay precedentes de situaciones parecidas que hagan recelar de los concursos a CAM y Ayuntamiento.
Por otra parte, hay una corriente tecnocrática que prima los proyectos internos frente a la brillantez arquitectónica o urbanística: se aprovechan recursos y las complicaciones se reducen al mínimo.
NO sé porqué, pero me huelo que, más allá de lo primero, hay más de lo segundo: tirar de proyectos muncipales baratos y sin complicaciones -tampoco concursos- por más que con demasiada frecuencia se reduzcan a contenedores, como sucede en algunas bibliotecas (San Fermín) y colegios que hemos visto en el Foro.
A mí la lista también me ha parecido producto de abundante consumo de psicotrópicos, pero Ciudad del Cabo ha cambiado mucho en los últimos años. Por supuesto nada tiene que ver el centro con los barrios periféricos, pero eso mismo pasa en París, a menor escala, por supuesto.