Residir en el centro de una gran ciudad como Madrid no debería ser una opción viable para todos, dado el alto costo y la elevada demanda de vivienda en esas áreas. Notablemente, a unos 100 kilómetros de Madrid, se encuentran opciones de vivienda mucho más asequibles, con alquileres desde 200 euros mensuales y propiedades en venta desde 10,000 euros. Esta gran disparidad de precios es un reflejo de una preocupante concentración de la población en el centro, dejando áreas periféricas con un mercado inmobiliario devaluado y estancado.
Para mitigar esta situación, propongo dos enfoques políticos clave: primero, mejorar significativamente el transporte público y los servicios hacia y desde estas zonas menos pobladas para hacerlas más accesibles y económicamente atractivas. Segundo, aumentar la oferta de vivienda a través de políticas que incentiven la construcción de nuevas viviendas, en lugar de restringirlas, asegurando un equilibrio entre los derechos y beneficios de propietarios e inquilinos para promover un mercado de alquiler justo y dinámico.
Además, la dinámica del mercado de vivienda, regulada por la oferta y la demanda, puede beneficiarse de políticas que fomenten un equilibrio más justo entre zonas centrales y periféricas.
La identidad de quién es realmente ‘nativo’ en Madrid es compleja, ya que la ciudad es un crisol de culturas. Muchos de los que ahora se trasladan al extrarradio son descendientes de personas que migraron desde esas áreas y que aún poseen propiedades allí. Observando la composición actual de la población del centro de Madrid, se destaca que muchos no son nativos. Los ‘nativos’ madrileños, con varios apellidos locales, a menudo han heredado propiedades o han visto incrementar su patrimonio debido al aumento en los precios de la vivienda en los últimos 40 años, beneficiándose enormemente de la situación actual mediante herencias o alquileres de renta antigua.
El problema actual de los altos alquileres afecta principalmente a los nómadas digitales, otros recién llegados que están contribuyendo a la gentrificación, y a los jóvenes que intentan independizarse ya que el que ha mantenido un alquiler los últimos 5 - 10 años aún esta pagando precios muy por debajo de mercado. Interesantemente, algunos jóvenes que son verdaderos nativos del centro pueden heredar propiedades, cambiando drásticamente su situación financiera. Esto revela que muchos de los que se quejan hoy de la gentrificación, o sus padres, fueron gentrificadores en décadas pasadas.
La evolución demográfica de la Comunidad de Madrid, con un aumento de la población de 5 millones en 1994 a 7 millones en la actualidad y una natalidad casi nula, muestra que los críticos más severos son a menudo aquellos que han llegado en los últimos 20 años o jóvenes que mañana pueden estar en el otro lado de la balanza y sacando partido de tener familia nativa, lo que plantea la pregunta:
¿deberíamos negar el derecho a gentrificar a quienes buscan nuevas oportunidades de manera legal? En mi opinión, no. El camino, debe ser muy diferente.