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Fue una de las joyas arquitectónicas de la
capital, pero terminó desmantelado por piezas y
en su lugar hoy se alza el Ministerio de Sanidad.
El autor reclama que se levante de nuevo
El palacio Xifré,
la Alhambra perdida
de Madrid
CARLOS PASTOR GONZÁLEZ
Primera hora de la tarde. Nubes plomizas ca-
en como una losa pesada sobre la silueta de
la capital. Fernando, un avejentado funciona-
rio cincuentón, abandona el Ministerio de Sa-
nidad concluida su jornada laboral. De pron-
to, su rostro queda bañado por una tímida go-
ta de lluvia que empapa su mejilla. Se toca la
cara y mira a lo alto del firmamento. Avecina
tormenta, se dice el funcionario en su interior.
No se equivocaba. En unas décimas de segun-
do, su mirada desciende de los cielos y repo-
sa sobre el edificio ministerial. «¡Qué diantre
hace esta mole aquí plantada!», piensa. Rau-
do, torna su rostro al Paseo del Prado y clava
su mirada hacia la izquierda. Alza el brazo y
para un taxi que pasa a pocos metros, para que
lo lleve de camino a casa. Ágil, abre la puerta
trasera. Una vez dentro, su tímpano se topa
con una amable voz que le dice: «Buenas tar-
des, ¿a dónde le llevo, jefe?».
La historia de Fernando es la historia de mu-
chos, y es que cuando uno deambula por el
Paseo del Prado y alza la visa a lo alto en el cres-
ta del número 18, se topa con un coloso que no
deja indiferente a nadie: el Ministerio de Sani-
dad. Construido en 1949 por el arquitecto Fran-
cisco de Asís Cabrero, representa para el gre-
mio de la edificación uno de
los mejores ejemplos de la ar-
quitectura racionalista madri-
leña de mediados de siglo XX.
Transcurridos 75 años de
su construcción, el edificio
ministerial despierta en el la-
tir popular un cóctel de sen-
timientos que van desde las filias más exa-
cerbadas a las fobias más furibundas. Mu-
chos lo detestan; otros consideran que es un
buen edificio; apenas unos pocos conside-
ran que está en buen lugar; mientras que son
muchos más los que creen que es un buen
«Reconstruirlo
es una asignatura
pendiente, un
deber de Estado»
edificio, sí, pero construido en el lugar equi-
vocado. En este solar, frente al Museo del Pra-
do, estuvo el Palacio Xifré. Construido entre
1862 y 1865 por el arquitecto francés Émile
Boeswillwald por encargo del financiero Jo-
sep Xifré Downing, fue considerado por mu-
chos como la Alhambra de Madrid, y cierta-
mente lo era. Todo aquel que paseaba la vis-
ta por su fachada quedaba embelesado por
su belleza, y cuando sus visitantes traspasa-
ban sus muros, quedaban todavía más atra-
pados si cabe por su espectacular embrujo.
Era como iniciar un viaje a los palacios de los
sultanes de las mil y una noches.
Para lograr tal empresa, Xifré viajó por An-
dalucía y por el norte de Áfri-
ca a fin de impregnarse de la
esencia árabe e importarla
con riguroso detalle al pala-
cio. No contento con ello, con-
trató a varios especialistas
franceses para que viajaran
durante un año por Oriente
Medio para adquirir todo tipo de mobiliario
en aras de decorar su mansión. Como resul-
tado, la residencia devino en uno de los pala-
cios privados más espectaculares de Madrid.
Posteriormente, el edificio pasó a su hijo José
Xifré Hamel, quien arruinado lo vendió. Más
tarde pasaría por varios propietarios y usos,
hasta que en 1949 lo compra una inmobiliaria
y decide derribarlo para construir en su lugar
el edificio de la Delegación Nacional de Sindi-
catos, también llamada Casa Sindical.
Ahora bien, a diferencia de lo que la mayo-
ría de la opinión po-
pular piensa, el Pala-
cio Xifré no desapa-
reció. Hasta enton-
ces se sabía que los
materiales del pala-
cio habían sido ven-
didos a distintos pro-
pietarios, pero no fue
hasta marzo de 2016
cuando el programa
Comando Actualidad
de TVE se hizo eco
de la primera mues-
tra de la existencia
del palacio; concre-
tamente en un pue-
blo segoviano. Como
si de un enigma se
tratara, las piezas del
palacio se hallan dis-
gregadas por distin-
tas partes de la geo-
grafía castellana.
Una buena parte
del Palacio Xifré es-
tá en la finca Linda-
raja, ubicada en el
pueblo de Navas de
Riofrío, en Segovia.
Por otra parte, los
aleros, artesonados
y algunas puertas
fueron comprados
por los marqueses de la Deleitosa, que los tras-
ladaron a su finca de Salamanca. La magní-
fica escalera se llevó a Chiloeches, en Guada-
lajara, mientras los pisos de madera fueron
adquiridos por la Embajada de Francia y tras-
ladados a París. El gran patio central, con sus
columnas de mármol, fue adquirido por Jo-
sé Soto Hidalgo, quien lo instaló en su finca
Ministerio de Sanidad. SERGIO ENRÍQUEZ-NISTAL
Finca segoviana con restos del palacio. E. M.
dad por la Unesco el 25 de julio de 2021, exige
la necesidad urgente de cambiar nuestra men-
talidad desarrollista en torno al tratamiento
que le damos al urbanismo. La desidia, la es-
peculación y la falta de sensibilidad hicieron
mucho daño en el pasado, y tanto las admi-
nistraciones públi-
cas como los entes
privados tienen la
obligación y el de-
ber de devolver a
Madrid la belleza y
el romanticismo que
en su día la piqueta
aniquiló.
Lo ideal sería tras-
ladar el edificio del
Ministerio de Sani-
dad a una zona de la
ciudad más acorde a
su tipología adminis-
trativa, y reconstruir
en su lugar el Palacio
Xifré. Tal y como in-
dica el equipo de ar-
quitectos Ruiz Larrea,
se podría perfecta-
mente desmontar el
edificio, sin necesi-
dad de demolerlo. Es-
ta iniciativa no pre-
tende ir en contra de
nadie, sino mantener
el Ministerio, solo que
trasladándolo a otro
lugar. Así ganaríamos
todos y nadie perde-
ría nada.
Los usos del Pala-
cio Xifré podrían ser
muchos: un espacio de restauración o cultu-
ral, un hotel de lujo como La Mamounia de
Marrakech, un museo o espacio expositivo
anexo al Prado. Y los beneficios de esta ope-
ración serían económicos, paisajísticos, turís-
ticos, estéticos, visuales, arquitectónicos y de
espacio verde para el centro, gracias a los jar-
dines árabes del palacio.
Muchos se preguntarán si existe una ley que
permita reconstruirlo. Pues sí. La Ley 16/1985,
de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Espa-
ñol, garantiza y permite la reconstrucción del
Palacio Xifré; concretamente en su artículo 39:
«Los poderes públicos procurarán por todos
los medios la conservación, consolidación y
mejora de los bienes declarados de interés cul-
tural. En el caso de bienes inmuebles, las ac-
tuaciones irán encaminadas a su conservación,
consolidación y rehabilitación y evitarán los
intentos de reconstrucción, salvo cuando se
utilicen partes originales de los mismos y pue-
da probarse su autenticidad».
Por consiguiente, el Palacio Xifré dispone
de un paraguas legal que justificaría y posi-
bilitaría su reconstrucción. En definitiva, re-
construir esta joya es un deber de Estado; una
asignatura pendiente que la democracia no
ha subsanado. El daño voraz que la piqueta
ocasionó, debería revertirse con la recupera-
ción del patrimonio destruido durante el de-
sarrollismo; en especial, en aquellos edificios
de titularidad pública donde se pueda recu-
perar su estado original. La historia está en
deuda con Madrid. A fin de recuperar nues-
tra memoria, nuestra identidad, nuestra au-
toestima y nuestro patrimonio, por justicia,
por dignidad ciudadana y por visión de esta-
do, sirvan estas líneas para recordar la mag-
nificencia del Palacio Xifré, la Alhambra de
Madrid. Granada ya tiene su Alhambra. ¿A
qué espera Madrid a recuperar la suya?
situada en el camino de Barajas; hoy día ta-
les columnas están reubicadas en la embaja-
da de Polonia de Madrid. Y, por último, las
ventanas fueron reaprovechadas la Escuela
de Arquitectura de Madrid.
Precisamente porque el palacio existe y sa-
bemos donde están sus piezas, es fundamen-
tal reconstruirlo en su lugar. Toda persona que
deambula por el Paseo del Prado se siente ho-
rrorizada por la imagen agresiva que impo-
ne el Ministerio. Y es que el ministerio no su-
ma al Paseo del Prado ni al centro de la ciu-
dad, sino que resta, desfigura y rompe la es-
tética y paisaje de la zona. Justamente este
lugar, declarado Patrimonio de la Humani-
Carlos Pastor González. Periodista