Estoy de acuerdo en lo de ramplón, por lo menos en lo que respecta a la Galería Canalejas; el art decó ha quedado en simples objetos decorativos, la impresionante vidriera está totalmente descontextualizada por el espacio que la rodea; y la escalera, me gusta más la de Foster del Caixa de Colón.
La entrada desde San Jerónimo me parece maravillosa, la entrada desde Alcalá anodina.
Perdón por el off topic, pero viendo las fotos de los almacenes parisinos de La Samaritane, (como hace las cosas estos franceses, de verdad), en Madrid tenemos la versión brutalista, (que vaya por delante que me encanta el edificio), y son los Almacenes Madrid-Paris, (Primark)
Iba a salir con el Primark. El espacio, más allá de cuántos m2 de dorado hayan usado, es mucho mejor que en Canalejas. Amplio, luz natural, no te sientes agobiado. Casi espectacular.
Recuerdo que Primark tuvo un éxito que no está teniendo Canalejas. Los primeros años excursiones organizadas desde provincias para ir a verlo.
Hombre, en Madrid también se hacen cosas sofisticadas y lujosas de verdad, como The Madrid Edition. Comparar lo que ha hecho Jhon Pawson con lo de Canalejas… bueno, que no tiene comparación.
A mí Canalejas no me parece cutre, pero sí que tiene detalles muy cutres:
Cuando puse fotos de mi visita a Canalejas y comenté que me parecía impresentable que pusiesen versiones de cuadros de Josef Albers hechas por una artista… no especialmente relevante, mientras que en algunos hoteles de la cadena había verdaderas obras de arte, tuvimos polémica. Además, esos “albers” están situados sobre espejos, con zócalos marrones, lámpara imitando a las venecianas pero mal compuesta, aparador de salón de bodas ochentero con un arreglo floral que ni en la serie “Dinastía”. Y ese suelo… todo mal.
Yo creo que la cadena en general no se distingue por su buen gusto, solo hay que ver la arquitectura de los hoteles que levantan de nueva planta. Algunos son para sacarse los ojos. Ya se comentó largo y tendido en el foro.
Pero bueno, ya se sabe lo que se dice sobre el gusto.
Bueno, me parece que cutre es una palabra demasiado fuerte y muy poco merecida para toda la operación Canalejas. De acuerdo con que se pueda objetar el resultado de ostentoso, vulgar o pretencioso que, al fin y al cabo, yo les veo un matiz mucho más subjetivo y personal que cutre, que es un adjetivo que la mayoría suele ponerse de acuerdo en aplicar. Seamos más comedidos.
La Operación Canalejas podría haber salido mejor, las Galerías ser mejores o el interiorismo del hotel estar a la altura del de Descalzas, el Inglés o el que va a vestir Starck, pero creo que en términos generales ha sido un éxito y ha mejorado muchísimo la zona. No es, ni mucho menos, un fracaso.
Creo que comparar la Samaritaine con Canalejas es algo injusto cuando fue un edificio concebido como grandes almacenes cosa que sigue siendo ahora, a diferencia de Canalejas. Que conste que a mi me encanta y espero poder verlo cuando vuelva a París pero nadie puede negar que a ostentación es difícil ganarlo.
Los apliques rancios sobre empanelados marrones remarcados por molduras doradas, el techo de rombitos de escayola que enmarca el círculo de focos que a su vez escoltan a algo que quiere ser una lámpara veneciana pero que no deja de ser un triste frankenestein. Lo del menos es más para otro día. Y la moqueta, que recuerda a los peores estampados de Roberto Cavalli. Las sillas rancias no desentonan del conjunto.
Supongo que a algunos esto les parecerá lujo y buen gusto. Sobre gustos…
Para los que creen que hay algún sesgo ideológico en la crítica (proyectando, as usual) no tienen que irse a ningún proyecto de ninguna administración ni a ningún otro sitio para ver algo de buen gusto, sólo tienen que pasarse por la plaza de las Descalzas.
A mi siempre me ha hecho mucha gracia ese snobismo de pretendida superioridad moral y estética que permite poder ir por ahí llamando a los demás nuevos ricos, pretenciosos, horteras, chonis, ostentosos, vulgares y hasta cutres, en base a unos gustos personales y pijadas que a nadie le importan.
De hecho me parece una actitud incluso más ridícula que la que intentan criticar.