Ayer por la tarde visité la catedral.
Desde otoño de 2020 no había vuelto a Santiago de Compostela, y los cambios desde entonces son espectaculares.
Ya en 2020 volví a visitar las cubiertas (que ya estaban restauradas), pero desde entonces han progresado muchísimo en los trabajos y han acabado casi todo el trabajo que entonces estaban realizando.
Toda la catedral, interior y exterior está restaurada, con paramentos limpios, sin manchas ni líquenes, plantas etc.
Todas las juntas entre sillares parecen selladas.
Los adornos faltantes reconstruidos en piedra. Los muros y bóvedas pintados.
No hay ni rastro de humedad ni de sus efectos por ningún sitio.
Desde luego el trabajo realizado todos éstos años es espectacular, para quitarse el sombrero.
Un punto muy positivo (con algún PERO) eso sí, es la iluminación:
De los arcos que separan las tres naves, cuelgan ahora unas lámparas LED que tienen la forma de sencillas lámparas anulares de 12 velas, pero que lanzan la luz en 12 rayos, hacia el suelo. Son muy elegantes.
El efecto estético y lumínico es muy muy agradable y de intimidad.
Los nuevos bancos y sillas de madera clara, son discretos. No es que me gusten pero al menos no son estridentes.
El crucero y el presbiterio lucen maravillosos con las pinturas de los pilares y las bóvedas restaurados y con el baldaquino dorado brillante como nuevo. La iluminación resalta el aspecto de joyero del presbiterio restaurado.
En la girola, hay un conjunto de ángeles en lo alto que en origen debieron de sujetar lámparas que colgaban hacia el presbiterio pero en todas las fotos antiguas y recientes están sin lámparas (pongo aquí una foto de internet de como estaba antes)
Ahora, han creado unas nuevas lámparas, claramente copiando la tipología de lámparas votivas, que cuelgan de cables metálicos, pero además con un foco de luz LED que ilumina el suelo.
Perdón por la calidad de las fotos.
Han perecido en la reforma minimalista del obispo actual, las dos grandes lámparas que colgaban de la nave principal: la donada por Pedro Mendez en 1855, de cristal, y la donada en 1895 por el gallego Eugenio Montero Ríos, entonces presidente del Senado, de bronce. Ésta última lámpara estuvo en uso en el Senado y se alimentaba de gas, conservando aún ese mecanismo.
Pongo una foto de internet de antes de la retirada de ambas, donde se ve en primer plano la lámpara de cristal.
Ahora la nave está así
La de bronce al menos ahora está en la Sacristía, según la página de la catedral.
El gran PERO es que no han vuelto a reponer en su lugar, tras ser enviadas a Roma a una exposición, las 3 lámparas de plata del genial Luigi Valadier que colgaban en el presbiterio desde 1765, donadas por Diego Juan de Ulloa durante su estancia en Roma como director del hospital de Santiago de los Españoles, en la Plaza Navona. Las encargó personalmente en Roma al famoso orfebre. Antes de su envío a Santiago de Compostela estuvieron expuestas al público en San Luís de los franceses, donde fueron muy celebradas.
Fotos de la exposición de Valadier en la Galleria Borghese en Roma adonde viajaron las dos lámparas de 12 brazos y la gran lámpara votiva central.
Supervivientes del saqueo napoleónico del templo (cuando fundieron el botafumeiro original de las plata junto con tantas joyas de metales preciosos), ha tenido que llegar un obispo en el siglo XXI para hacer desaparecer por su capricho esas tres lámparas.
Antes
Después (foto mía de ayer)
La excusa ofcial es que “tapaban demasiado el presbiterio”.
Ojalá vuelvan algún día a su sitio en el presbiterio, me parece que su retirada es un atentado patrimonial mayor.