Pyongyang, la ciudad enigmática.
Planificada, pero sin vida aparente.
Enormes avenidas, gigantescas plazas, enormes parques. descomunales dotaciones deportivas, Todos vacíos.
Una combinación de espacios abiertos, manzanas soviéticas, rascacielos residenciales de colorines que simulan misiles… y extensiones de algo parecido a los hutongs chinos.
A esta se le podría unir otras a las que les ocurre lo mismo. Naypyidaw o Grozni sin ir más lejos.
Tal vez esta entrada podría emplearse para hablar de todas ellas.
Como todo en la vida, las razones de esa sensación de que no son más que unos masivos decorados serán multicausales.
Tal vez una podría ser el hecho de que las dictaduras de turno buscan mostrar fortaleza a través de la megalomanía. Pero al mismo tiempo, puesto que no se fían de su propio pueblo, crean estas ciudades de la nada solamente para alojar a la élite lejos de sus gobernados.
Puede que el desarrollo tecnológico haya posibilitado construir tanto, tan grande, tan rápido y tan barato, más los hostiles entornos que genera una movilidad centrada en el coche, que los intentos contemporáneos de continuar la línea monumental de París, Roma, Viena o las capitales históricas chinas termina en urbes distópicas y desagradables.
Pienso en Astaná, la capital de Turkmenistán, Pyongyang… Parece que la capital de El Cairo va decididamente en esa línea…
Que si se compara con ciudades construidas de 0, también para ser capitales, del pasado… Nada que ver.
Tal vez el tiempo las vaya arreglando…