Artículo de opinión escrito por un malagueño:
Este es el caso de Málaga, ciudad que en 2022 ha reducido su partida presupuestaria destinada a atención a mayores, infancia, residencias o inclusión. A mayor necesidad, menor inversión. ¿Cómo es posible?
Se da la circunstancia de que el mismo día que se hacía público el informe que saca los colores a Málaga, apeándola de la excelencia presupuestaria en políticas sociales, la ciudad volvía a postularse en París para acoger en 2027 la Exposición Universal.
Un ayuntamiento como el de Málaga, que crea una barriada marginal como Asperones y aún a día de hoy, 35 años después, la mantiene con más de un millar de personas viviendo en infraviviendas y encime reduce su gasto social, ¿qué escaparate mundial es? Quienes evalúan las ciudades para acoger las sede de la Expo 2027 bien harían en valorar aspectos como éste que hacen suspender clamorosamente a la ciudad en lo que a Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU se refiere.
Asperones es sólo un ejemplo -hay más, como la mítica Palma Palmilla, La Roca, Campanillas…- de cómo la riqueza que generan las políticas municipales no se revierte en su población. En Málaga, como sucede en tantas ciudades, el código postal marca a fuego el destino de las personas, pasando de una renta media de apenas 16.000 euros a otros en los que ronda los 40.000 euros.
El pelotazo urbanístico que supondrá la Expo es de órdago ya les avanzo que no mejorará la situación de los y las más pobres, que ven cómo se vendió en París la capacidad de acogida de la ciudad mientras ellos y ellas son excluidos.
Ciudades como Málaga, que reducen su gasto en política social mientras planifican soterrar avenidas con un coste superior a los seis millones de euros, no deberían ser premiadas con Exposiciones Universales porque, sencillamente, son más ejemplo de lo que no hay que hacer que de lo contrario. Los ayuntamientos son quienes más conocen los problemas y necesidades de sus habitantes, quienes reciben anualmente transferencias estatales y autonómicas para ayudarles en su cometido y, cuando no están a la altura, se dispara a pasos agigantados la desigualdad. Premiar con Expos Universales es fomentar estas malas prácticas y dar alas a quienes se enriquecen con ellas.