Está claro que la iniciativa tiene que partir del párroco y buscar él los medios económicos.
Yo decía lo de los cielos por su inocuidad, pero al menos un azul.
Chiquinquirá.
Está claro que la iniciativa tiene que partir del párroco y buscar él los medios económicos.
Yo decía lo de los cielos por su inocuidad, pero al menos un azul.
Esa es una intervención que es difícil que pueda salir mal. Pero a veces buscando el “espíritu” de la época puedes generar monstruos como le pasó a Chueca Goitia en numerosas ocasiones. Lo de Tarazona no tiene nombre. Emanuela Gambini Chiappeta, la responsable de la rehabilitación de las Comendadoras de Santiago tiene mucho en común con Chueca Goitia, de hecho colaboró con él en numerosos proyectos. Hace años, cuando entré en la Sacristía de los Caballeros o a alguno de los patios del convento, a mí me crujían algunos detalles, pero hay que reconocer que seguramente su intervención conseguía que los espacios transmisitesen una suntuosidad que habían perdido con los años. En la visita guiada que hice con ella, insistía todo el rato en que había estudios previos para conocer el estado original de paramentos y suelo. Pero solo con ver lo que ha hecho con el suelo de la iglesia, que insisto, es espectacular, se nota que es una profesional que al menos en algunas ocasiones tira más de la imaginación que de lo filológico. Y eso no tiene que ser malo, pero como todos sabemos, el sueño de la razón produce monstruos.
Aprovecho para poner un cuadro donde se ve un interior del convento
El agua bendita, comendadoras de Santiago
Herrer y Rodríguez, Joaquín María
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A ver si antes o después restauran el convento.
Lo que es infumable es destruir lo antiguo para mejorarlo.
Un gran ejemplo de la falta de criterio de Chueca. Basó toda su carrera en ser el tuerto de la arquitectura tradicional en el país de los ciegos. El país de los gobernantes.
En la estela de Viollet-le-Duc y seguidores, que para conseguir ese gótico mitificado, que no dejaba de ser un neoclasicismo con arcos ojivales y arbotantes, no tenían ningún empacho en destruir obras renacentistas o barrocas.
¿Alguien tiene una imagen de cómo eran las capillas de San Miguel antes de que el Opus pusiese confesionarios?
Lo mismo el dinero que el Arzobispo despilfarra en plantar absurdeces sobre la Almudena podrían empezar a gastarlo en iglesias de verdad.
No,en lugar de comprar pináculos que a todas luces son de un tamaño ridículamente pequeño, podrían esculpir los chapiteles.