Debo confesar que nunca tuve fe en que esta estación llegase a buen puerto, nunca mejor dicho, pensaba que le pasaría como a Sagrera, con eternos retrasos, ahora veo con alegría que me la tengo que envainar. Aún recuerdo que cuando estuve en Vigo, me alojé muy cerquita de la antigua estación, en Lepanto, y pensé que era una lástima que no existiese marquesina histórica y que la estación fuese esa barrera, felizmente e inesperadamente para mí, ambas cosas se están solucionando.
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